jueves

Lluvia de rayos





Lectura interminable. La historia tiene mucho misterio, muy oscuro todo... En concordancia con su título; Oscuridad. 
La verdad es que estoy enganchada... Pero al terminar un capítulo miro hacia el oscuro cuarto que me rodea. En el reflejo del cristal observo la ventana, abierta de par en par, pero con la persiana bajada casi del todo. 
Antes de darme cuanta tengo los pies descalzos encima de los muñecos y los peluches que normalmente están sobre mi cama, pero a la hora de dormir los tiro enfrente de la ventana. 
Me agacho. Paso la cabeza, como la otra noche, pero esta vez la persiana está más cerrada y me cuesta hacerla pasar. De repente oigo un ruido musical que proviene de una pequeña campanita colgada de mi cuello al chocar contra el mueble de madera. 
Sujeto con el borde de los labios la campanilla y consigo pasar la cabeza, y el pecho... Apoyo los codos en el mueble. 
Sé que la cadera no va a entrar, no lo voy ni a intentar. 
Entonces me paro a escuchar, después de soltar la campanita. 
No se oye nada, algún que otro coche circulando por la calle, pisando con los neumáticos los charcos. 
Me dispongo a volver, me vuelvo a coger el llamador de ángeles, la pequeña campanita, me lo acerco a la boca y lo palpo con los labios y los dedos... No me lo quito a menos que me vaya a duchar, para todo lo demás lo tengo colgado en el cuello, la mayoría de veces oculto debajo de los cuellos de las camisetas... Rozando mi piel desnuda y trasmitiéndome frío en los días más calurosos. 
Hay veces que oír su sonido me calma... Como ahora. Allí, debajo de la persiana.
Un destello blanco surca el cielo,  atravesando también mis pensamientos... 
¿Eso era un relámpago? 
Había iluminado toda la terracita... Eso era demasiado para ser un relámpago. Además, ha pasado bastante y aún no llega el trueno...
Me trago mis palabras al oír un ruido que me provoca un escalofrío. Parece como si eso hubiese partido el cielo en dos. 
Beso la campanilla y me tapo la cara. Con las manos... 
Recuerdo una fugaz imagen, una ventana por donde corrían las gotas... Un relámpago... Se van todas las luces del salón…
No lo recuerdo, sin embargo, lo veo. 
Quizá ni siquiera ha pasado...
Otro destello. Otro trueno que parte el cielo. 
Miro la ventana, entran unos rayos de luz anaranjada por los pequeños orificios de la persiana de placas. 
Otro destello... Esta vez lo veo de frente. Todos los huecos de la persiana se iluminan de un blanco puro, cuanto más arriba de la persiana un blanco más cegador. 
Se apaga. 
Dura solo un instante... Y se apaga. 
Sigo mirando y aguzo el oído. Oigo las gotas de lluvia intentando pasar la ventana, como queriendo entrar para refugiarse de la tormenta... Irónico, ¿no? 
Un fuerte ruido vuelve a inundar mis oídos... Y de nuevo la lluvia.
Al ver que no vuelve a caer ningún otro destello, cogiendo el llamador con los labios meto la cabeza, como volviendo a la madriguera. 
Y me tumbo en la cama, viendo de vez en cuando algún que otro relámpago y oyendo truenos... 
Formando... 
Rayos. 

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