martes

Historia de Eli - Capítulo 13


Ayik fue reprochado por su misión fallida, y a cuenta de eso, su odio hacia los niños que había seguido –especialmente hacia la muchacha- aumentó considerablemente.
Con los pocos datos que tenía, que ni siquiera sabía por qué los querían capturar,  se lanzó a su búsqueda de nuevo. Aparte de ese dato, conocía las descripciones de ambos, y el nombre del chico: Hester V. Din. Ignoraba, y no mostraba el mínimo interés por averiguarlo, lo que ese nombre significaba. Y el último dato que conocía era que había que evitar el contacto físico con la piel de la muchacha.
Éste último dato no le importaba, su cuerpo era una simple capa que le protegía del contacto. Como la piel de las serpientes, la podía mudar, aunque normalmente volvía a ponérsela. En su caso, era una piel grisácea, muy distinta al de los humanos normales, pero conseguía apañarse bien con eso.
En ese momento se encontraba en el pueblo donde se suponía que estaban los muchachos, asomado encima de un tejado, balanceando las piernas en el borde. No le importaba no ocultarse, ya que como estaba, podía pasar perfectamente desapercibidos. Muchos niños subían a los tejados a observar la ciudad, y los adultos ya estaban acostumbrados y simplemente les dejaban estar. Con Ayik pasaba lo mismo. Por eso, miraba alrededor, buscando con la vista a V. Din y su acompañante.
***
Eli seguía ya cansada y malhumorada a Hester. <<¿Es que él nunca se cansa?>> Sin embargo él la ignoraba, escabulléndose por las calles que había estado memorizando desde la colina.
-Ese tal Ayik anda cerca – sentenció Hester para sí mimo. No se lo mencionó a Elisabeth por no preocuparla, pero sabía que lo que le había sucedido en el bosque era culpa de ese tal Ayik. Aún así no lo dijo, aunque al verle en un tejado, se escondió en un callejón. Eli se dio de bruces con él, por su parada repentina justo antes de la calle. Hester le había visto a su izquierda y se había escondido dando de nuevo un paso hacia atrás, volviendo al callejón. La muchacha se peinó el cabello con los dedos y tras ponerse un mechón que le molestaba en la cara detrás de la oreja le miró con odio. Sabía que le ocultaba algo, aunque ignoraba el qué.
-Hester… -susurró
-Dime – dijo risueño
-¿Ahora qué pasa? – le dijo malhumorada
-Necesitamos unas capas para cubrirnos – fue su única respuesta
Entonces el muchacho dio la vuelta hacia el otro lado del callejón, evitando ser visto por ese tal Ayik, a su vez, buscando alguna tienda. Eli le seguía sin rechistar, aunque si hubiese tenido un carácter menos maduro – como Tanya, por ejemplo – se hubiese molestado y se hubiese puesto a gritarle y exigirle respuestas. Pero su seriedad aumentó con la idea de que si Hester se comportaba así era por algo, y más tarde se podría enterar del porqué.
Dieron un rodeo a una manzana de edificios, y de pronto Hester entró en uno, seguido por los lentos y cortos pasos de Eli.
En la sala donde entraron olía a cuero, y es que lo había por toda la sala, en distintas prendas, combinado con algunas otras prendas de lana o tela. La mayoría parecían ser suaves y calentitas para el invierno que se acercaba.
Un señor con unas pequeñas gafas y una melena larga y canosa les observaba por encima de las gafas desde que entraron, alternando las miradas con una prenda que tenía en sus manos hábiles pero surcadas de arrugas.
-Bienvenidos – dijo con una voz grave y sin ningún entusiasmo.
Hester le miró un par de veces, pero sin fijar la mirada, ya que le parecía incómodo y poco educado. Tras unas cuantas miradas se lanzó a preguntar.
-¿Tienes en veta alguna capa ligera, de tela a poder ser?
Sonrió amablemente cuando vio la mirada interesada del señor.
-Si tienes dinero para pagarla… Aunque, ¿para que la quieres?
Eli prestó atención, quizá así descubría lo que planeaba Hester.
-Para un disfraz – mintió. Entonces señaló a Elisabeth– Nar y yo vamos a hacer un espectáculo y para ello necesitamos disfraces.
<<¿Nar?>> Se preguntó Eli. Entonces comprendió que todo lo que había dicho era una mentira para encubrirse.
El señor alternó entonces las miradas entra la muchacha – en la que no había reparado hasta entonces – y Hester. Luego asintió. Se dio la vuelta y fue a la trastienda, volviendo con dos finas capas oscuras. Hester se acercó y preguntó antes de tocar su suave tela.
-12 monedas las dos. Os las dejo baratas por tener ese fin.
Eli se acordó de la visita del cicatriz… Para él, ella había costado menos que dos capas de tela. Hester sacó el dinero de la bolsa y le dio lo justo, antes de coger las dos capas y darle una a Eli. Le sonrió al dependiente y salió con la capa ya puesta, y con el gorro incorporado en ella tapándole la cara, dejando entrever sólo su sonrisa.

2 comentarios:

  1. Ayik me cae maaaaaaaaal ._.
    Ara, escribe máaaas, que para leer un poco de tu historia tengo que estar dos días nerviosa xDD

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  2. Y a quién no? Bueno, a mi me parece interesante (es raro que lo dice la que lo inventa (._.))
    Por supuesto, para mis lectores (tú la única no-invisible)seguiré escribiendo, que el cuaderno donde escribo no coja polvo! xDD

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