sábado

Sueños... Capitulo 3 (Y ultimo redactado )

Me desperté jadeando. ¿Dónde estaba? Miré rápidamente hacia todos los lados sin hacer caso de lo que veía. Me intenté levantar, pero un fuerte tirón en la espalda me lo impidió. Me volví con un golpe seco a la dura cama. Mire más detenidamente donde estaba.

Era una sala blanca con una especie de paredes acolchadas. En el fondo de la sala había una puerta metálica donde se encontraba una figura de una persona, que al mirarla la reconocí. Era mi madre.

-Mamá...-Tartamudeé.
No me respondió. Simplemente se dio la vuelta y salió por donde había entrado. Oí el fuerte “clonk” de la puerta cerrándose con llave.
Eso me confundió mucho. Me intenté girar para pisar suelo firme pero esta vez nada me lo impidió. Cuando me levanté por completo fui hacia la puerta, pero estaba fuertemente cerrada. Me fui hacia una esquina de esa extraña habitación.
Me senté allí, encogí las piernas, guardé la cabeza entre ellas y me puse a llorar. Sentía como esas gotas de agua me bajaban por la mejilla. Oí un pequeño ruidito metálico pero lo ignoré. Me puse a hablar conmigo misma.
- Mamá, no puede ser, no me ha hecho caso… ¿Qué es esto? ¿Dónde estoy? – Estaba casi chillando
- Clara…- Levanté la cabeza como si fuera un perro y me hubiera llamado mi amo. Me levanté y fui corriendo a la puerta, de donde salía la voz, una pequeña rejilla, ahora abierta. - ¿Angelito?
- Mamá…
- Clara… ¿Por qué…? ¿Por qué me lo habías ocultado?
- ¿El qué?
- Hija mía, cuando estabas en el recreo gritabas como una posesa… Creían que te estaban atacando… y te vemos allí hablando contigo misma y no nos veías. Así que te trajeron aquí.
-¿Dónde estoy?
-En un manicomio.
Me quede helada ¡Me habían ingresado en un manicomio! Ahora lo entendía todo. Me habían visto como una loca.
-¡Maldita sea, que habéis hecho, estáis locos, mamá te odio!
-Adiós- Se cerró la rejilla
Empecé a dar puñetazos a la puerta, aunque estaba segura que me hacía más daño que la puerta. Pero en ese momento no me importaba. Me empezaron a brotar las lágrimas. Dejé de golpear y me senté en la esquina. Allí me abracé a mí misma. Me sentía sola. Luché por dejar de llorar. Después de un largo rato sin conseguirlo, me tumbé en la cama mientras miraba la luz apagada, que entraba por una pequeña rejilla en la parte superior de la habitación. No sé que día era, pero estaba segura de que era por la mañana. A partir de ese día empecé a contar las horas, por la luz que daba el sol.
Me acomodé. Y después de unas vueltas me sumí en profundo sueño. Del que nunca volveria a salir, jamás.


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Esta historia la termine aqui hace un año... Y creo que ahi se quedara. Gracias si alguna persona se a dignado a leerla,...

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