sábado

Historia de Eli - Capitulo 3


                  Christian notó como sus ojos se iban cerrando. El dolor era excesivo como para poder aguantarlo durante mucho tiempo, sus piernas no podía moverlas, y sin embargo las notaba, pesadas, debajo de aquel pilar de escombros.
            Él ya no pensaba en nada, ni en cómo o dónde estarían los señores Smith, que antes le preocupaba tanto, o en dónde estaba Eli. Ya que él la sentía, sentía que estaba cerca, sonriéndole. Y para él eso era lo único que importaba ahora.
***
            Eli corría en dirección a la columna de humo, sin pararse a pensar ni por un momento, por qué aquel espíritu se preocupaba tanto por ella. Solo corría, aunque en incontables ocasiones se caía, siempre lograba levantarse de nuevo, sacudir con sus manos cubiertas de aquellos guates  sus rodillas, y seguía corriendo.
            En un momento, aquel espíritu cabreado, se puso en su camino, y Eli, sin verlo, lo atravesó, lo que hizo que se le parara el corazón unos segundos, sintiera un escalofrío, y tropezara. Se intentó levantar, pero sus brazos tambaleaban, y su corazón se precipitaba demasiado.
            -Ahora me escucharás, supongo – pronunció aquel espectro, con su voz grave característica
            Eli volvió a intentar levantarse sin resultado.
            -¿Qué me has hecho? – Se quejó la niña-¿por qué no me reacciona el cuerpo?
            - ¿Yo? Nada – rió el espíritu – has sido tú la que me has atravesado
            -¿Atravesarte? ¿Puedo hacer eso?
            -Sí. Ya lo has visto, pero también ves las consecuencias, ¿no?
            -Pero, ¿qué ha pasado?
            -Nada, estas son las consecuencias de estar entre dos mundos, el terrenal y el espiritual. Eso te pasa por existir, Eli.
            Eli abrió los ojos de golpe, y sin que ella se diera cuenta, empezó a llorar.
            -Si… Si yo no existiera, todo estaría mejor, según tú. – siguió intentando levantarse, incluso con la sangre que le salía de todas las magulladuras que  se había hecho en las caídas – Pero no… Yo no lo aceptaré, seguiré viviendo, por mucho que a vosotros no os guste. Por mí, y por él. – Se levantó del todo, se arregló el vestido, y siguió corriendo, dejando a aquel espíritu absorto detrás.
            Las piernas le dolían cada vez más, pero ella ignoraba aquel dolor. Llegaría a donde Christian pasase lo que le pasase. Cuando llegó, sólo encontró las ruinas de lo que antes había sido la tienda de su querida señora Smith. Se acercó tímidamente a esos escombros, entonces, descubrió el cuerpo ensangrentado de Christian, y temblando empezó a retirar los escombros situados encima de sus piernas a toda prisa, cuando uno de los trozos de madera se cayó encima del estómago de éste y escuchó un tosido como respuesta.
            -Chris…- se acercó a la cara del muchacho, y la limpió con sus guantes, que acabaron sucios de sangre.
            -Eli…- pronunció débilmente el muchacho, intentando abrir los ojos. Pero estos cada vez se cerraban más y más. – No vale la pena… Deja los escombros… Todo está perdido…
            -¡No! – gritó la chiquilla con la cara llena de lágrimas retirando más piedras y maderas que se acumulaban sobre el cuerpo del muchacho.
            - Tengo… mucho sueño… Eli…
            -No…-la niña miró al muchacho, pero lo veía muy borroso por sus ojos mojados.- Christian, no te duermas… Yo sigo aquí, y te sacaré…
            -Eli… - el muchacho levantó un brazo con esfuerzo y agarró a Eli del cuello, cubierto por el pelo.
            En este caso, la niña no se molestó en alejarle de su cuerpo, pero se arrepintió cuando el muchacho le acercó la cara a la suya, y con sus ensangrentados labios, besó a la chica.
            Eli se mantuvo un momento sin saber qué hacer, hasta que se dio cuenta, y dio un salto hacia atrás, para ver cómo aquel muchacho le sonreía… y se convertía en polvo.
            Se mantuvo… balbuceando su nombre, acercándose lentamente al polvo que se esparcía en el lugar en el que antes había permanecido él.
            Un soplo de viento se llevó poco a poco lo que quedaba de Christian, sin dejar ningún rastro de él. La chica permaneció allí, parada, sólo pudiendo susurrar su nombre entre sollozos con los ojos fijos en aquel lugar, dónde había permanecido la única persona que le importaba en ese momento.

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