viernes

Historia de Eli - Capitulo 5



Una mañana en la tienda de Elvisa entró un señor de lo más normal: con sombrero, una americana y unos pantalones lisos. Un empresario rico que venía a comprar pan. Eli le observó entre la rejilla de la puerta que separaba  la cocina de la sala del mostrador y vio como Elvisa salió a atenderle.
El señor curvó las cejas y miró constantemente hacia donde se encontraba Elisabeth mientras era atendido por Elvisa. Eli se sorprendió y no apartó la vista hasta que aquel caballero se hubo ido de la tienda.
Elvisa entró por la puerta de la cocina en ese momento.
-Tienes que hornear unos panes pequeños para dentro de una hora. Ese señor tiene pensado pagarme mucho si le atiendes tú.
La muchacha atendió a sus órdenes e hizo lo mejor que pudo unas barras pequeñas de pan. Una hora después se puso en el mostrador, esperando pacientemente la llegada de ese señor. Llegó puntual cargando una gran cesta de madera vacía, la cual llevaba para meter la compra  de la panadería.
Eli le recibió con una sonrisa fingida, ya que en verdad se mantenía atenta de los movimientos de aquel señor. Cuando cruzó la puerta pudo fijarse en pequeños detalles que no percibió antes, como una cicatriz muy marcada en su pálida piel, desde el lóbulo  de la oreja derecha hasta la comisura de los labios. Él le dirigió una mirada muy poco disimulada al cuerpo entero de la niña, como examinándola.
-¿Cuánto? - preguntó de repente, sorprendiendo a Elisabeth. Ella abrió los ojos sorprendida y buscó ávidamente el tablón de los precios, ya que todavía no se los había aprendido.
Empezó a leerlos todos, porque no sabía cuál era el que habia encargado el señor exactamente.
-Pues... 4 monedas por todo.
-¿Sólo?-dijo perplejo, mientras le seguía mirando.
-Eso es lo que pone...
Eli se asomó a la puerta de la cocina, silbó un poco y Elvisa le miró.
-El cliente... Pregunta por los precios. -dijo Eli.
Elvisa abrió los ojos de par en par y se le escapó una risita. Fue corriendo a donde el cliente y le saludó.
-Te regalo los panes.- le dijo, dejando a Eli con la boca abierta, ya que esas cuatro monedas le habrían servido para pagar el piso.
-Entiendo. Entonces, ¿Cuánto te debo? -le dijo el señor sonriendo.
Eli miró a ambos sorprendida, ya no sabía de lo que hablaban. Prestó atención a todos los gestos de los músculos de la cara de ambos, intentando entender lo que se tramaban. Elvisa se mostraba pensativa, como eligiendo lo que ese señor le pedía.
-Diez monedas.
-Trato hecho.
El señor cogió del cuello del vestido a Eli, que intentó zafarse como pudo.
-Adiós, muchacha - dijo Elvisa.
Eli la miró tristemente... Ahora lo entendía todo.
La había vendido.

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