martes

Sueños... - Capítulo 6


Sentía como las escamas en forma de placas se movían debajo de mis piernas, ocasionando un dolor intenso porque las piernas se me estaban despellejando por la parte de las pantorrillas con cada movimiento de las alas de Ghest. Pero la verdad es que no le daba mucha importancia, ya que en aquel momento estaba disfrutando la sensación de surcar los cielos a lomos de aquel dragón rojizo, notando como mi pequeño cuerpo y su gran cuerpo carmesí luchaban entre las nubes contra el viento, notándolo en mi cara y en cada parte de mí. Podría haberme pasado días disfrutando d aquello, ya que era muy reconfortante y relajante.
Veía a lo lejos la sombra esmeralda del dragón de Tomás. Tenía cierta curiosidad por saber el nombre de aquella hermosa criatura. Temía lo que podía pasar si hablaba con la montura de otra persona con Ghest delante, y por lo que había supuesto, había que tener en contacto las cabezas de ambos interlocutores para poder hablar. Si el miedo que le tenía a Ghest ya era bastante, mayor era aquella curiosidad que me atraía como si fuese un imán y yo me tratase de un trozo de metal. Después de meditarlo un poco, decidí preguntárselo a Ghest. Él, como sabiendo lo que iba a hacer, dobló el cuello, para acercarse más a mi cuerpo. Me acerqué hacia delante y dije:
-Ghest, ¿cuál es el nombre de la montura de Tomás?
Él miro de reojo con sus ojos dorados y entonces estiró el cuello y replegó las alas.
<<Se llama Klane. Nos hemos quedado muy atrás, voy a acelerar, pégate a mi cuerpo todo lo que puedas>> Escuché dentro de mi cabeza. Por la voz, supuse que se trataba de Ghest.            
Haciendo caso a su orden, estiré las piernas hacia detrás y me agarré abrazando su cuello. De repente noté  una fuerte ola de viento azotando mi cara, con tal fuerza que  decidí apoyarla sobre el dragón para no hacerme daño. Cuando noté que el viento dejó de azotarme el cuerpo, me incorporé y miré en derredor, me sorprendí al ver a Klane y Tomás a nuestra derecha, tan cerca que parecía que las alas de ambas monturas se iban a chocar una con la del otro, pero no ocurría así. Descubrí, que aquellas criaturas mostraban mucha coordinación y habilidad para conseguir no chocarse sin necesidad de advertirse mutuamente.
De repente, ambas monturas, con una coordinación asombrosa, empezaron a descender a la vez, hasta que pude divisar un bosque frondoso extendiéndose por toda la llanura. En medio de la espesura de aquel bosque, había un pequeño claro, lo suficientemente pequeño como para que aquellos dragones no pudieran posarse.
Desmonté del lomo de Ghest, con los muslos dolidos. Habíamos aterrizado al lado de aquel bosque. Vi a Tomás cerca de Klane, haciendo una reverencia, tocarle el hocico escamado, e irse hacia el bosque. Klane observó como su jinete se perdía en la espesura, para luego abatir las alas y proferir un grito de despedida. Era un grito fuerte, pero no grave, como yo esperaba de aquella criatura.
<<Es una hembra>> Dijo Ghest con su profunda voz en mi cabeza <<Abundan poco en nuestra especie, ya que la mayoría de las crías nacen macho, pero por el color y el grito se nota claramente que no lo es. >>
Me mostré más interesada en las escamas de aquella criatura, notando su brillo esmeralda en cada una de ellas. Ghest me miró con gesto enfadado. Me acerqué a él y le acaricié el hocico de aquel color rubí precioso.
-Creo que me tengo que ir con Tomás – pronuncié lentamente con voz débil, cerca de la cabeza de Ghest.
<<Sí, lo sé>> dijo abatido.
Me alejé un momento para poder observarle desde algo más lejos. Tenía la cabeza agachada, y las alas recogidas junto a su lomo, aún así no perdía su elegancia.
<<Clara…>> Me llamó, yo le miré extrañada. <<Acércate, quiero hablar contigo>>
Hice caso de sus palabras y me puse en frente del dragón. Él no esperó y chocó su hocico contra mi frente.
De nuevo entré en aquella especie de dimensión donde sólo veía a Ghest. Él dio unas vueltas alrededor mío, y entonces se tumbó para tener la cabeza a la altura de mis ojos. Sentí como aquellos ojos dorados me miraban preocupados.
-¿Por qué… me has llamado? – pregunté tímidamente, ya que aún tumbado aquel dragón me profería mucho respeto.
-Verás… -pronunció con su voz grave – no es fácil de explicar. Pero, era para recordarte que éste no es tu mundo. Aquí soñar no es fácil, y mucho menos libre, lo descubrirás y me temo que aquel hombre que viaja contigo, no se preocupa precisamente por la consecuencia que atraemos. Realmente, puedes estar segura que cruzar la línea entre los mundos no es algo fácil. Aunque poseas ese don.
Le miraba atenta, aunque sus palabras me daban miedo. No sabía lo que decía con aquello, no le entendía nada. Pero decidí no molestarle con mis preguntas, aunque me intrigase la respuesta. Con un leve ruido, Ghest se arrancí una escama pequeña de la pata y me la dejó en el suelo.
-Guárdala. – Hice caso de su orden y la metí inmediatamente en el pantalón. De mientras, Ghest se incorporó y se acercó a mí, poniendo su boca cerca de mi oreja. –Quizá nos veamos.
Sentí una especie de golpe en la frente y sentí una fuerte brisa de viento. Para cuando me quise dar cuenta, Ghest volaba lejos de allí, junto al dragón esmeralda. Se perdieron en aquel mar de nubes…

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